Columnas durante la pandemia.

En las escuelas de periodismo, por lo menos en la Escuela Carlos Septién que fue donde estudié, te enseñan que tienes que dominar todos o la mayoría de los géneros periodísticos para poder tener una columna de opinión. Automáticamente las columnas de opinión adquieren un valor ficticio, y se ponen en la punta de la pirámide de los géneros. 

Un columnista la mayoría de las veces gana mucho más que un periodista de investigación. Así que esa pirámide sale de las aulas y se coloca de igual manera en el mercado laboral, dando prestigio a quien tiene una columna, colocándolo en la parte más elevada de esa pirámide. Por lo regular las alturas marean, generan falta de oxígeno y nublan la visión.

La mayoría de las columnas hoy en día son textos interpretativos, que basan su contenido en sentimientos, preocupaciones, traumas, reflexiones y demás; de quien escribe. Al final es periodismo basado en status y sentimientos, no en datos duros.

La últimas dos columnas de Ulises Castellanos son el mejor ejemplo a lo que describo. En la columna que nombró “Covid-19 Zona Cero” realiza un juicio que se lee “que los pocos profesionales que quedan, no han conseguido sorprendernos”. Una columna después, en un texto que nombra "Covid-19: furia en las redes” se dedica a destacar trabajos "que no había visto y que vale la pena destacar”

He aquí la falta de compromiso periodístico de una columna, hacer juicios sin investigar, plasmar tus sentimientos sin basarlos en datos. Y eso es la mayoría del periodismo que nos llega hoy en día. 

¿Estoy enojado? Si lo estoy, y desde antes de aceptar esa plática en la Fundación Elena Poniatowska, como lo menciona Ulises en su última columna. Estoy molesto con lo que nos han dejado las generaciones de arriba, con los que han tenido esos puestos de jefatura y poco han hecho por generar bases sólidas que protejan e impulsen a las generaciones de abajo. 

¿Toda esa generación de arriba es mala? ¿Ulises nunca ha hecho nada por el fotoperiodismo? ¿Qué pasa con esas generaciones de arriba que nos han dado la oportunidad de incursionar en medios? 

No. Mi problema no es generacional, ni tampoco tengo un problema personal con Ulises, menos con la gente que da oportunidades a la gente joven. Mi enojo es con la estructura inexistente que nos han dejado a quienes trabajamos hoy en día dentro del fotoperiodismo en cualquiera de sus ramas. Mi enojo es que sus defensas a los juicios que se les hacen se basan en su trayectoria y logros personales, y no en herencias sólidas de organización y de estructuras que nos hagan el camino más fácil en momentos tan críticos que se viven para el fotoperiodismo a nivel mundial. Ojo, sé que los intentos se han hecho y he participado en los inicios de una par de estos intentos, sin ningún resultado positivo.

No estoy enojado porque atacaron a mis amigos y colegas. Estoy enojado por lo que nos han dejado y que está costando muchísimo trabajo de revertir. Estoy enojado por todas esas empresas periodísticas que han mentido y que gracias a eso se nos cierran muchas puertas para contar historias. La gente no cree, las instituciones desconfían, es algo que vivimos todos los días. 

Estoy enojado con esos dueños de agencias que no se hablan, que se pelean los clientes regalando el trabajo y que nunca se han dignado a proteger al gremio. Estoy enojado con esos fotógrafos que haciendo trampa y manipulando imágenes nos cierran espacios en las agencias internacionales y en donde el fotógrafo mexicano se ha ganado mala fama, y estoy enojado con los que siguen documentando con photoshop.

También me enoja la crítica que no suma, la crítica que no propone, tal como lo hace la columna “Covid-19 Zona Cero” de Ulises Castellanos. 

Todos los esfuerzos que se hicieron en el pasado, Manuales de Fotoperiodismo, reestructuraciones de departamentos de fotografía, pelear por mejores espacios para las imágenes, son algunas de las grandes aportaciones que Ulises Castellanos que ha hecho al fotoperiodismo en México, sin embargo la situación laboral y económica del fotoperiodismo en México está peor que nunca. Y es ahí donde tenemos que ponernos a pensar qué falló, qué no se hizo, porqué ninguno de estos esfuerzos tuvo una repercusión concreta en el futuro. Y ese es el punto que no me cuadra. Criticar sin voltear a la autocrítica. 

La pandemia continua y continuará, las columnas críticas seguirán, las coberturas de mis colegas de quienes aprendo a diario también seguirán, los colegas fallecidos y enfermos por COVID-19 son una realidad. Pero mientras todo esto sucede y nos rebasa, las imágenes se seguirán produciendo. 

Esos tiempos de  grandes fotografías solitarias que espera Ulises Castellanos parecen haber acabado dando pie a los trabajos colectivos. Los premios comienzan a migrar hacia reconocer equipos de trabajo durante coberturas específicas, como los premios Pulitzer de los últimos años que reconocen a equipos de staff completos. Las coberturas ya no son de un fotógrafo en específico, sino de grupos de fotógrafos trabajando un mismo tema, como lo que nos muestra El Pais en “Los días que pasan”.  Y eso da esperanza. Da esperanza a que comencemos a contar historias en comunidad. Comenzar a reconocernos entre el gremio como una maquinaria que trabajando en conjunto va a lograr el objetivo final de esto, que es contar la historia en imágenes.